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Los niños y los pescados

Hábitos de alimentación actuales en la infancia

En el año 2000 se publicaron los resultados de la última encuesta nacional sobre hábitos alimentarios en la infancia y adolescencia (Estudio Enkid, 1998-2000), en la que participaron más de 3.500 individuos de entre 2 y 24 años de edad. En el estudio se pone de manifiesto que los actuales cambios en el estilo de vida se reflejan también en los hábitos alimentarios de este grupo de población. Estos hábitos se caracterizan por la ingesta insuficiente de verduras y hortalizas, frutas y legumbres, y, sin embargo, los datos referidos al pescado son alentadores porque lo consumen en cantidad y frecuencia adecuadas. Así, el 98,7% de varones y el 98,4% de mujeres consumen habitualmente alimentos de este grupo, sobre todo a partir de pescados blancos (merluza, pescadilla, gallo, lenguado, etc.), y la frecuencia media de consumo se aproxima a las cuatro raciones por semana.

No obstante, a pesar de estos datos alentadores, el pescado es, junto con las verduras y legumbres, uno de los alimentos que suscita mayor rechazo entre niños y jóvenes. Aunque su consumo es más que razonable, en la infancia y la adolescencia se ha de reforzar su aceptación porque a esas edades se instauran los hábitos alimentarios más sólidos, que serán en gran parte responsables del estado nutritivo y de la salud en la edad adulta.
La educación alimentaria desde la infancia

La infancia es el momento en el que se conforman los hábitos de vida, entre ellos los alimentarios, y se estructura la personalidad, por lo que en esta etapa se pueden establecer patrones de conducta saludables, algo que resultará más difícil en una edad más avanzada.

Los hábitos alimentarios influyen en las preferencias y aversiones hacia los alimentos, por lo que el entorno familiar y escolar tienen una importancia crucial a la hora de determinar la actitud de los niños y niñas hacia la elección y el consumo de determinados alimentos, como es el caso del pescado.

Todas las experiencias que se tienen durante la infancia con la alimentación pueden tener importantes efectos en los alimentos que gustan o no, y en los hábitos alimenticios posteriores.

En el acto de comer entran en juego todos los sentidos, unos de forma evidente, como la vista, el olfato, el gusto y el tacto, y otros no tanto, como el oído, que puede intervenir en la elección de uno u otro alimento a través de la recepción de mensajes publicitarios sobre los alimentos. Por tanto, el consumo habitual de una amplia variedad de alimentos permitirá al niño escoger entre diferentes sabores, texturas y colores que puedan satisfacer su apetito. Si, por el contrario, los hábitos alimentarios del entorno familiar o escolar no responden a las recomendaciones de consumo de alimentos (ofrecer 2 ó 3 pescados en el menú semanal habitual, por ejemplo), es probable que el niño o la niña tenga manías con las comidas y manifieste gustos y aversiones muy marcadas hacia ciertos alimentos.

El rechazo a determinados alimentos es un problema común en la infancia. A determinadas edades, los niños están más interesados por el mundo que los rodea que por los alimentos. Por ello, y ante todo, la comida debe ser un momento agradable para disfrutar de la compañía y del menú, cuidando al máximo el olor, la presentación, el sabor y la variedad de alimentos (verduras y hortalizas, frutas, legumbres, pescados), que les permita a los más pequeños disfrutar de una alimentación rica, equilibrada y saludable. No se debe ir con prisas a la hora de la comer, bien se trate desayunos, almuerzos, meriendas o cenas, sino que debe ser relajado, sin televisión, sin ruidos. De esta manera, se logrará un entorno sano que motive actitudes positivas en los niños y niñas.
¿Cuándo se introduce el pescado en la dieta infantil?

Hay distintas opiniones acerca de la edad a la que se aconseja introducir el pescado en la dieta, aunque existe consenso en que a partir de los 9 meses todos los bebés pueden y deben comer pescado triturado con el puré de verduras varias veces a la semana, en sustitución de algunas tomas de carne. Antes de esta edad existe un riesgo mayor de que el bebé sufra alergia al pescado y si tiene antecedentes familiares de alergia alimentaria, el pescado se ha de posponer hasta el año de edad. Se aconseja comenzar por pescados blancos (merluza, lenguado, halibut, bacalao, platija, lubina, pescadilla, gallo...), y se recomienda tener mucho cuidado con las espinas.
¿Qué cantidad de pescado dar a niños y niñas?

Durante los 2-3 primeros años se aconseja ir aumentando la cantidad de pescado de 30 a 50 gramos. Primero se servirá el pescado hervido, asado o a la plancha, y triturado con el puré de verduras y patata o sémola, 2 ó 3 veces a la semana hasta que el bebé cumpla los 12 meses.

A partir del año, se puede incrementar esta cantidad a 80 gramos y cuando el niño o la niña vaya a la escuela, puede tomar de 100 a 120 gramos. No obstante, estas cantidades son orientativas porque el aporte de cada alimento se debe adaptar a la edad, el peso, la actividad física y el estado de salud de cada individuo. A veces se sobreestima la necesidad de alimentos ricos en proteínas, actitud basada en la idea de que este nutriente es necesario para el crecimiento y desarrollo del niño. No obstante, el crecimiento a partir del año de edad y hasta los 3-4 años se hace más lento y progresivo respecto al primer año de vida. Por ello, no conviene abusar de la carne, el pescado y los huevos, y sí combinar cantidades más pequeñas de estos alimentos con vegetales (arroz, pasta, patatas, legumbres, verduras y hortalizas). Fuente: Consumer